Me acostumbré a tu sonrisa de niño bueno(o de chico malo), a tu forma de sentir, a tu forma de dibujar un beso fugaz en mis labios, a ese tatuaje en tu espalda. Me acostumbré a perderme en el azul de tus ojos, a tu forma de cantarme al oído, a tu particular forma de poder hundirme con tan solo una palabra.
Me acostumbré a esa idea de futuro que tenia contigo, a tus detalles, a tus “Hola” y tus “Adiós, princesa”, me acostumbré a empezar a desabrocharte esa camisa negra por el primer botón(y seguir por el segundo, el tercero,..).
Hasta que me di cuenta de que tan solo te quería ya por costumbre.
Wow. Un precioso desarrollo con un impactante final. ¿Terminaremos siempre queriendo por costumbre? Sería genial poder salirse a diario de la rutina, hasta que la variedad se convierta en la rutina misma. En fin, que me lío.
ResponderEliminarMuy bonita entrada.