Con el paso del tiempo, aunque nunca he aprendido de ello, me he dado cuenta de que la tristeza siempre va acompañada de la ira, o normalmente es así en la mayoría de ocasiones.
No se puede estar "triste" simplemente, sino que esa tristeza se asocia con los celos, la rabia, la frustración o la confusión. Emociones intensas que hacen que puedas pensar en todo con absoluta claridad (aunque nunca imparcialidad).
Porque al sentirse despechado, apesadumbrado, afligido, se interpreta todo de un modo distinto, mucho más vivo y apasionado. Las imágenes, los recuerdos y las palabras viajan con mayor velocidad por tu mente, sin dejarte un solo segundo de descanso. Demostrándote cuales han sido tus errores, o los de otras personas, haciéndote recapacitar, pensar en aquello que cambiarías si pudieras (a sabiendas de que no puedes).
Porque esa es la parte más dura, poder recordarlo todo perfectamente (y, sabiendo que existe una mezcla de "lo mejor" y "lo peor" de ello, tener que decidir que parte pesa más de ambas).
Y en esos momentos me pregunto si sería más factible que, en lugar de escribir sobre aquello que siento, porque hay días en que no consigo aclarar ni cuales son mis sentimientos, describiese aquello ocurrido.
Porque las palabras en ocasiones pueden ser demasiado traicioneras, y no interpretar lo que realmente quieres decir, o como te sientes en realidad.