Nos pasamos toda la vida preocupándonos sobre el futuro, planeándolo, tratando de predecirlo e imaginando donde nos llevará el destino. Pero el futuro siempre cambia. El futuro es el hogar de nuestros mayores miedos y esperanzas llenas de locura.
Pero una cosa es segura,
que cuando realmente se muestre: el futuro no se parecerá a aquello
que habíamos imaginado.
Solo cuando pensamos que
hemos descubierto como funciona el mundo, el universo lo convierte
todo en un caos. Y es entonces cuando tenemos que improvisar.
Encontramos felicidad en los lugares más insospechados. Nos
encontramos a nosotros mismos volviendo a aquello que más nos
importa.
El universo es divertido
en ese sentido. En ocasiones es la forma de encontrar un camino de
vuelta exactamente al lugar al que pertenecemos, a un lugar seguro,
cálido y con aroma a hogar.
Aun así, todos queremos
lo mismo: tiempo.
Más tiempo para
levantarnos, tiempo para crecer, tiempo para olvidar, tiempo
para atrevernos a lanzarnos al vacío o cumplir nuestras aventuras
soñadas, tiempo para dedicar a ciertos aspectos o personas
determinadas en tu vida. Tiempo para vivir.
Creo que es importante
tomarte el tiempo necesario para decirle a la gente que te importa
cuanto les quieres, mientras todavía puedan oírte.
Eso es todo lo que
conseguirás. Momentos y recuerdos con las personas a las que
quieres. Y ellas seguirán con sus vidas, y tu querrás que ellas
sigan adelante, y te quedarás siempre con algo seguro, con esos
momentos.
Nadie nos advirtió que
echar de menos es el precio que tienen los buenos momentos.
No me gusta echar de menos, porque aveces duele, por eso es importante disfrutar mucho del presente, para no tener que anhelar mucho del pasado, aunque aveces es imposible no echar de menos.
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