viernes, 22 de febrero de 2013

22 de febrero

A veces, darle a alguien una segunda oportunidad es como darle una segunda bala para su pistola porque ha fallado el primer disparo.
Se dice que las personas nunca cambian, son así, por mucho que prometan cielos y paraísos, bombones y flores. Y estoy de acuerdo.
También hay personas que juran que las segundas partes nunca fueron buenas. Y en esto, ahora puedo discrepar.


No voy a dar una segunda bala, la primera nunca fue disparada.



6 comentarios:

  1. sé bien lo que escribes y lo que sientes...

    pero a veces, aunque sepas que puedes morir de un disparo, es imposible no desear arriesgarse.

    ResponderEliminar
  2. Exacto, no tienen porque dispararse. Puede ser el arma perfecta para los dos, aunque...es mejor estar seguro de que aunque haya balas no exista con qué dispararlas :)

    ResponderEliminar
  3. Procura no cometer el mismo error dos veces, cielo! Ni te molestes en disparar la primera bala
    http://macherieladyartiste.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  4. Gran entrada!
    Pero hay quien,cuando le das la pistola se deshace de ella,hay que saber en quién confiar.
    Un beso!

    ResponderEliminar
  5. Todo el mundo merece una segunda oportunidad, y nadie una tercera. Esa ha sido siempre mi filosofía.

    (Hay, sin embargo, quien no da ni una primera...)

    Beso.
    atlantis2050.blogspot.com

    ResponderEliminar
  6. Me identifico en cada palabra que has escrito en esta entrada. En cada una de ellas.
    Yo suelo dar segundas oportunidades, pero como dice X., no doy terceras. Pero cuando no se ha disparado aún la primera bala, es cuestión de esperar. Y espero que no se le moje la pólvora antes de ser utilizada.

    Un saludo desde http://retales-de-mis-noches-de-insomnio.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar