miércoles, 13 de julio de 2016

And end up dreaming instead of sleeping

Un gran escritor dijo una vez que siempre buscaba finales que merecieran una historia. Que cuando tenía un buen final, buscaba la historia adecuada.
Tal vez eso me haya pasado a mi en los últimos meses, que no encontraba un final sobre el que escribir, o que tal vez la historia nunca estuviese a la altura de ese final. Y no es que no tuviese nada que decir, sino que ya lo había dicho todo, o que no encontraba la forma adecuada de expresarme.
Hace un tiempo me preguntaron si me arrepentía de haberle dado importancia en mi vida a personas sobre las que había escrito y no pude evitar responder con una sonrisa. Nunca he sido partidaria de justificar mis decisiones ni de arrepentirme de ellas, si en algún momento he tomado decisiones ha sido por mi propia voluntad y no creo que sea correcto restar importancia a mis propios pensamientos (por ello intento, con todas mis fuerzas, no pensar en aquello que ya no puedo cambiar).
Las personas van y vienen. Algunas son como colillas de cigarrillos y otras como incendios forestales. Sobre esas personas he escrito, sobre los incendios forestales de mi vida, y creo que no hay mejor obsequio que recordar mediante palabras a alguien que te ha hecho crecer.
Tras veintidós años puedo afirmar que soy una persona que pasa página, pero que deja doblada la esquina. Me gusta recordar los momentos que han sido importantes en mi vida, aquellas situaciones que me han marcado o aquellas palabras o personas que han quedado gravadas en mi mente.

Cada día es una nueva oportunidad para convertirte en alguien nuevo, pero no debes olvidar qué te llevó a adoptar ese cambio. ¿Es esta la vida que quieres vivir?, ¿estás con la persona que realmente quieres?, ¿puedes ser una mejor versión de ti mismo?, ¿puedes ser más fuerte o apasionado en aquello que te importa?

Hazte las preguntas adecuadas, respira profundamente y decide.