viernes, 21 de agosto de 2015

Viernes, 21 de agosto

En ocasiones es necesario escribir un punto y final.
Todo empieza y termina en nuestras mentes. Empieza en el momento en que le das importancia, otorgándole una fuerza para crear sentimientos y sensaciones, sin pensar en que aquello a lo que le das importancia termina teniendo fuerza sobre ti y sobre tu mente.
Dejarlo ir es la parte más fácil. Lo duro y doloroso es tomar la decisión de pasar página, porque en muchas ocasiones luchamos por conservar las cosas como solían ser, aferrándonos a la nada, porque tememos a los cambios (a pesar de que puedan ser a mejor, o simplemente sean necesarios).
Cuando nos damos cuenta de que nada puede permanecer inmutable, ni siquiera nosotros, ese es el momento en que lo dejamos ir, y por muy doloroso que sea se convierte en una forma de hacernos crecer, y en ocasiones un cambio lo es todo.
Hace años creé este pequeño espacio en que poder explicarme, a mi manera, pretendiendo convertirlo en un lugar en que desahogarme. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que se ha convertido en una pequeña línea de tiempo en que he marcado acontecimientos importantes, en un espacio en que he crecido y en que he contado una parte de mi historia o de otras personas importantes para mí.
Encuentro algo liberador en escribir sobre las situaciones -importantes o no- que vivimos, y tal vez sea porque realmente solo puedes ver algo con objetividad cuando echas la vista atrás (o porque al contarlo consigues extraerlo de tu mente, todo son formas de verlo).
A pesar de ello, he intentado escribir estos últimos meses y el papel siempre solía quedarse en blanco, o se teñía de un sinsentido caótico, y he de reconocer que no podría haber descrito mi mente de un modo mejor.

En ocasiones es necesario escribir un punto y final. Escribir una historia, desde su inicio hasta su fin. Sin alargarla. Sin provocar dolores innecesarios.
Lo bueno de escribirla es que en algún momento podrás rememorarla, sus partes buenas y malas, entender que la hizo nacer y porqué terminó.
Eso sí, olvídate de los finales felices, porque los finales siempre son la parte más triste de una historia.
Por eso, lo único que te pido es un buen comienzo y un argumento que hagan que valga la pena releer esta historia.

Y si no hay finales: mejor.