domingo, 18 de noviembre de 2012

Él la miró como si nada. Ella lo miró como si todo.

Tenía el pelo moreno y los ojos azules. 
Apareció en mi vida sin esperarlo, con el pelo alborotado y una sonrisa que paraba el corazón. Y comenzó a regalarme detalles para llenar mis recuerdos, como poner mi canción favorita cuando íbamos en coche o invitarme al paraíso al apoyar mi cabeza en su pecho. 
Fantaseábamos con viajar a un lugar lejano, escapándonos del mundo. 
Fuimos curiosos.
Prometimos demasiado.

Apareció en mi vida como un huracán, con el pelo alborotado y una sonrisa que paraba el corazón...

...y luego devastó todo a su paso.


domingo, 4 de noviembre de 2012

Cuatro de noviembre

Se mordía el labio inferior, solía hacerlo cuando estaba nerviosa. También acariciaba su pelo, movía sus rizos de un lado a otro. Los deshacía y los volvía a formar con sus dedos.
Tenía cara de muñequita, su padre solía repetírselo cuando era pequeña; piel clara y labios rojos, y unos ojos pardos que cambiaban según su estado de ánimo, aunque poca gente sabía que los tenía más verdes después de haber llorado.
Miró el reloj, impaciente, y levantó la mano en ese gesto universal de "Camarero, otro de lo mismo".
Se bebió la copa de un trago, con los ojos cerrados, sin sal, ni limón. La muñequita rebelde volvía cuando ella prescindía de sus pensamientos.
Se rió sola, esa podría ser la típica escena americana, pero el camarero no parecía por la labor de querer hacer de psicólogo, ni estar dispuesto a decirle que aún no era tarde, ni que corriese hacía el aeropuerto y le pusiese un final feliz a esa noche. Ni ella era de las que bebían para arriesgarse conduciendo luego.
Sonrió con ganas y miró su teléfono, en busca de un mensaje del estilo de: "Nena, ¿Cuantos tequilas más piensas tomarte?" o un "Estás preciosa esta noche" y miró de refilón la puerta de aquel bar de carretera, asegurándose de que aquello no era una película.

Y decidió seguir mareando a aquellos pequeños icebergs que se bañaban en su cosmopolitan.